PACIFISMO AHORA Y SIEMPRE
14/03/2015
El próximo día 7, Elkarri-Lokarri pondrá fin a su existencia y a su acción social. Tanto quienes hemos sido partícipes de esas asociaciones como muchas otras personas de la sociedad vasca queremos expresar nuestro reconocimiento a todas y todos los que por medio de esas asociaciones o valiéndose de las oportunidades creadas por ellos han trabajado por la paz. Enhorabuena a todas y a todos.
La paz, no obstante, como si fuese la respiración de la esencia de la sociedad, es un anhelo y una urgencia que deber ser renovado constantemente, si se desea que esa sociedad perdure viva y saludable. En las raíces de la libertad está la paz, en los cimientos de toda solidaridad y justicia está la paz, la materia prima de la alegría y la felicidad es la paz, el remedio de las roturas y de las heridas de la convivencia es la paz. Nunca se acaban para un pueblo los esfuerzos en pro de la paz; y es que igual que cada respiración del ser vivo constituye una reclamación de la siguiente respiración, cada pensamiento y cada esfuerzo en pro de la paz son las reivindicaciones de los siguientes esfuerzos o pensamientos.
El pacifismo sigue siendo una necesidad urgente en Euskal Herria y debe permanecer y desarrollarse en el porvenir. Quizá para muchas personas la situación de paz que vivimos -y respiramos- ahora es mejor que la de hace diez años: pero para otros muchos la situación de hoy día tiene enormes deficiencias; deficiencias dolorosas y crueles; tanto en aspectos referidos a la libertad o a la igualdad como en aspectos de solidaridad y convivencia. Euskal Herria sigue y seguirá necesitando asociaciones pacifistas. Igual que los demás pueblos. Ahora y siempre. La seña de identidad del pacifismo es muy clara, el priorizar sin excepción alguna y siempre los derechos humanos.
Pacífico, pacificador y pacifista; son tres conceptos y tres significados, que es preciso distinguir. El pacífico opta por la conducta basadas en la paz; el pacificador se empeña en conseguir la paz, y si es preciso "lucha" por lograrla; el pacifista prioriza los valores de la paz -éticos, sociales e ideológicos- por encima de todo y renuncia a la lucha, incluso para conseguir la paz. Es cierto que a veces quién ha logrado la paz no es un pacifista o por lo menos no es exclusivamente pacifista; paradógicamente a los pacifistas se les suele imputar su falta de capacidad efectiva para lograr la paz. No cabe obviar sin embargo que los límites entre pacífico, pacificador y pacifista no siempre son exactos, pues se nos manifiestan a menudo en confusiones indescifrables... Como en aquel antiguo bertso impactante de Xenpelar: "¡No soy partidario de la guerra, sino que estoy a favor de la paz; preguntad a ver quién la quiere y dadle un tiro a él mismo, metedle una bala en la cabeza y ya se cansará entonces!
Si se analiza con exactitud, Elkarri y Lokarri han sido entes pacificadores más que propiamente pacifistas. Los movimientos por la paz que se han formado entre nosotros han surgido impulsados por las consecuencias de la acción de ETA y algunos se han quedado mirando exclusivamente a un lado. Entes pacíficos sin género de dudas; con voluntad de ser pacificadores también; pero les ha faltado el reconocimiento de la expresa prioridad de todos los derechos humanos sin excepción para poder estar a la altura ética, social e ideológica del pacifismo.
Al camino hacia la paz que estamos recorriendo en Euskal Herria le falta aún un largo trecho, pero la meta es muy obvia y consiste en la convivencia basada en la igualdad, que demandan los derechos humanos; basada en la libertad y en la igualdad; sin vencedores ni vencidos. Las recientes declaraciones del presidente de Colombia Sr. Santos, el manifiesto acordado en el marco del Foro de Bayona por las fuerzas políticas de Ipar Euskal Herria hace algunos meses y el Acuerdo de Gernika marcan muy claramente la hoja de ruta en la construcción de la paz; a saber, el reconocimiento de todas las víctimas de todas las violencias y las reivindicaciones a corto y largo plazo de las presas y presos políticos. Verdad, reconocimiento y reparación, humanización de la política penitenciaria y amnistía en aras a una democracia profunda y justa.
Se han denunciado y rechazado con vigor la doctrina Parot, la pena de prisión para toda la vida, la injusta dispersión, la negación a la excarcelación de presos enfermos y la incomunicación, que posibilita la tortura. Pero se pretende dejar a un lado la amnistía, que todas y todos defendíamos en 1.976, al contrario de la postura del presidente Santos de Colombia. La convivencia en igualdad precisa de la libertad de todos los presos políticos vascos igual que precisa del reconocimiento de todas las víctimas.
Aquella interesada fotografía de las cuatro sensibilidades de principios de la legislatura ya ha quedado obsoleta. Nunca valió para Navarra y era una invención para querer negar la pluralidad y contradicción existente en el seno de los partidos EAJ, PSOE, PP y EH Bildu y actualmente con la aparición de Podemos y otras fuerzas ha caído en el ridículo. Hay que buscar acuerdos sin excepciones, como en el Foro de Baiona.